Hoy tenemos que hacer un pequeña parada en nuestra línea editorial habitual para contaros nuestra experiencia con Orange (@orange_es) y Movistar (@movistar_es, @movistarpro_es): cómo funcionan y cómo te dejan plantado.
Hace tiempo que pedimos la fibra óptica en @movistar_es para nuestro espacio de coworking. En principio la oferta era genial: 100MB de ancho de banda, perfecto para nuestros coworkers. Hasta ese momento disponíamos de los 20MB contratados con @orange_es, que no estaban mal… pero, claro, el nuevo servicio aseguraba quintuplicar la potencia de nuestro acceso, así que nos las prometíamos muy felices.
Ayer, después de 2 semanas de espera, nos llaman por la mañana a eso de las 12:00. Sin previo aviso, por supuesto (¿para qué? ¿qué otra cosa tenemos nosotros que hacer que esperar a sus majestades?). Pero nos comimos el orgullo y aceptamos con cierta dosis de entusiasmo (no fuera que se arrepintieran y nos tocara esperar varios meses más). Quedamos con ellos en una hora, transcurrida la cual, llegaron y comenzaron a revisar la fachada. Pocos minutos después nos llegó el primer mazazo: no lo podían hacer, el cable no cabía por la canaleta de la fachada y no querían dejarlo suelto. Nuestro gozo en un pozo.
«Estuvimos 2 horas al teléfono, llamando a 4 números diferentes, sin conseguir nada»
En principio ese podía haber sido un final razonable. No se puede realizar la instalación, así que se cancela el contrato hasta que la Comunidad de Vecinos haga las obras necesarias pertinentes. En ese momento nos pasan con alguien de Telefónica que, lejos de buscar solución al problema de la fibra, nos quiere vender a toda costa un ADSL normal del que, como ya he comentado al principio, ya disponemos. Nos negamos y se cancela el pedido. Movistar tiene la obligación de comunicarlo enseguida a Orange, ya que son los responsables de la cancelación del contrato. Aun así, los técnicos nos recomiendan llamar a Orange, «por si las moscas«. Lo hacemos inmediatamente, para asegurarnos.
Por la tarde Orange nos cancela el servicio telefónico (aunque internet todavía funciona). Llamamos a Orange – 2 horas por teléfono a 4 líneas diferentes-: uno que no sabe nos dirige al siguiente, que tampoco sabe. La portabilidad está en curso y parece imparable, pero mientras tanto, para sazonar nuestro ataque de nervios, nos intentan vender siempre cosas nuevas: contratos de móvil, algún servicio con antivirus, etc., es decir… ¿solucionar tu problema? ¿para qué, hombre? Pero compra, tú compra.
«¿Solucionar tu problema? ¿para qué, hombre? Pero compra, tú compra»
Paralelmente llamamos a Movistar. La primera señora que nos coge el teléfono nos avisa de que la cancelación cuesta 100€. Le comentamos que nosotros no queremos cancelar el contrato: es Movistar la que no puede proveer el servicio. DA IGUAL, dice la señora. luego lo podríamos reclamar. Ah, gracias, qué majos. Nos da igual, necesitamos que funcione el teléfono e internet. Aceptamos.
Por la noche deja de funcionar el internet. La línea telefónica sigue muerta. Y así estamos hasta este momento – sin teléfono y sin internet, con un gasto monumental en llamadas a «profesionales» incompetentes, sin persona de contacto, sin fecha ni hora para solucionar el problema, y sin poder hacer absolutamente nada. Gracias, @orange_es, @movistar_es y @movistarpro_es. Al menos, siempre nos quedará Twitter. ¿Nos escuchará alguien en el día de hoy?